- El barco entero para nosotros - festejó ella tras comprobar que todo estaba en orden para emprender la aventura. Cuando abordamos, la barca se escoró exageradamente haciéndonos tambalear, Sospeché que el viaje iba a ser más corto de lo previsto, expuestos a los cambios de humor que suele tener el Egeo con sus corrientes impredecibles y saltos de la profundidad, no llegaríamos lejos. Pero dejé que ella me convenciera de que nada malo podía suceder, solo quería estar a su lado. Además me intrigaba mucho ese castillo. Otra cosa que me intrigaba era cómo se propulsaba aquella cosa: aparentemente no dependía del viento, y tampoco tenía motor… Ella se apoyó contra mi hombro y cerró los ojos -Deja de rezongar, estaba por quedarme dormida. Allá está la luna, mira. El agua hacía espuma en el reflejo lunar cuando el barquero recogió el remo y lo hundió profundamente en el agua sin el menor chasquido, puede que en el momento justo para que lentamente nos fuéramos despegando de la cos...