De vuelta en el hotel, pensé mucho en ella, me tenía agarrado, yo no podía ver más allá de lo que sentía, era algo con lo que podía ilusionarme, no me daba cuenta de que estaba parado al borde de un precipicio, y a punto caer. Mi única preocupación del momento giraba en torno a esa cita, temía llegar tarde y que ella no estuviera, o perderme en el puzle de calles tan confusas como un jeroglífico, especialmente de noche. Quizás el conserje del hotel podía ayudarme con eso. Aquella mañana había subido al pueblo por medio de un teleférico, suponía que podía bajar de la misma forma. El muchacho, que escribía en una notebook , se levantó solícitamente para alcanzarme la llave de mi cuarto. Le pregunté si era filipino. -Bangladesh. -Pero hablas español. -Sí, míster, no problema. -Necesito que me hagas un favor, esta mañana tomé el teleférico para venir. Sé que me bajé no muy lejos del hotel, pero no recuerdo dónde exactamente. ¿Podrías indicarme...? Es que tengo que vol...