Hay un viento que discurre por la vasta arena susurra en los días socava con uñas de topo el viento ronda los oídos golpea las paredes de la catedral erguida en la roca infinita en cuanto a su invisible espiritualidad el viento modela los cañones de la cadena de montañas y se encajona copia los gemidos con pulso de escriba y se oculta un hombre llora una ausencia o podría sentarse en el borde de una nube y mirar los aviones podría ser un ermitaño y despertar en una feria con ojos legañosos Sería la fiesta menos esperada la más brumosa y gris los sonidos garrapateando sus arterias como jeroglíficos y cauces de ríos distancias incalculables no le quedaría un trapo con qué cubrir su tímida piel escurridiza (en plano reducido) una botella y detrás el sol difuso color limón