Cae la noche
otra vez
la siento descender silenciosa
muda
sin prisa
la niebla se aprieta en el jardín herido
de rastrojos
se encoje
también la tarde tiembla
puede sentirla
y la noche no cede
la traspasa
se expande
y con un solo pulso la envenena
las voces de la calle
unas pocas
casi no se mueven
una brisa las empuja
una brisa las empuja
las desmigaja
a voluntad
pronto empezará a disciplinarlas
de arrebato
dejándolas sin reacción
susurra algo en sus oídos
lo que deberán decirme
por largas horas
las fuerza a obedecer
por largas horas
las fuerza a obedecer
retorciendo sus bocas
aprieta tan fuerte sus gargantas
que al final las asfixia
pero luego las renace
devolviéndolas a la vida hijas a su imagen
oscuras confusas
y como no le sirven inteligibles
las desarma y las vuelve a armar
las desarma y las vuelve a armar
mientras las hojas otoñales del asfalto
se arrastran
en dirección a la casa
treparán las paredes
con una levedad de arañas
es lo que son
y ahora las voces oscuras irreales
la montan
igualadas a ella
serviles
debo escapar
antes de que alcancen la ventana
y se cuelen
sé que entrarán
vienen por mí
tendré que abandonar todas mis cosas
ya mismo y para siempre
no hay tiempo para más
irme lejos
muy lejos
hacerme invisible
no podrán encontrarme

Comentarios
Publicar un comentario