Formemos una gran tormenta que se ahueque en el centro y se arremoline rociando con niebla la sinrazón que lama y cure las heridas seamos la dura roca que perdió la piel mientras rodaba y el grito seamos ese grito golpe ronco del corazón rayo en la retina del que apunta confundamos a quien nos mata una y otra vez y que se reduzca a su sombra emerjamos en la llama rodeada por el viento